Nuestro aterrizaje en China fue el mejor de nuestra vida, una suavidad del piloto a la hora de aterrizar perfecta. A la salida del avión nos dieron dos corazones de chocolate que estaban riquísimos, y ese fue nuestro último contacto con el buen chocolate, porque en China no son amantes del buen chocolate, a las cosas dulces le ponen mermeladas o una especie de dulce de membrillo que no nos gustó mucho.
Ahora nos toca pasar la aduana, por lo que hacemos cola con nuestra tarjeta de entrada al país que hemos rellenado en el avión, también la podéis rellenar antes de pasar en una de las mesas que tienen. La entregamos sin mediar palabra y… ¡ya estamos dentro de China!